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Su influencia y su obra han marcado el aspecto externo de la isla

Lanzarote, el legado de César Manrique

"Cuando regresé de New York, vine con la intención de convertir mi isla natal en uno de los lugares más hermosos del planeta, dadas las infinitas posibilidades que Lanzarote ofrecía "

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Así resumía el pintor, escultor, arquitecto y, en general, artista, César Manrique sus deseos, uno deseos que llevó a cabo con los proyectos que ideó en su isla natal, Lanzarote, y que, a día de hoy, constituyen algunos de los grandes atractivos que ofrece la isla, una isla que no pueden entenderse sin su presencia y sin su aportación. De hecho, se puede afirmar sin lugar a dudas que la más importante obra de arte de César Manrique es su propia isla, Lanzarote.

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Sin duda, una de sus grandes obras maestras y algo por lo que ya ha pasado a la historia el artista isleño son los llamados Jameos del Agua. La palabra jameo es de origen aborigen y se refiere a un agujero que se produce como consecuencia del hundimiento del techo de un tubo volcánico. Los Jameos del Agua, al igual que la Cueva de los Verdes, también obra suya, se localizan en el interior del túnel volcánico producido por la erupción del Volcán de la Corona. El túnel tiene una longitud conocida de 6 kilómetros, de los cuales al menos 1,5 kilometros discurren bajo la superficie marina, tomando éste último tramo el nombre de Túnel de la Atlántida. Los espectaculares Jameos del Agua se encuentran situados en la sección de este túnel más cercano a la costa. Está formado por al menos tres jameos o aberturas en el terreno: el denominado Jameo Chico por donde se realiza el acceso al interior, el Jameo Grande y un tercero, denominado Jameo de la Cazuela.

La Cueva de los Verdes, otra de sus grandes obras, es una apasionante gruta que nace desde las entrañas del Volcán de La Corona. Muy próxima a los Jameos del Agua al norte de la isla, en el municipio de Haría, está integrada dentro del Monumento Natural del Malpaís de La Corona. Los visitantes que se adentren en La Cueva de Los Verdes han de prepararse para dejar sorprenderse por las ilusiones ópticas que provocan ingeniosas filtraciones de luz hacia al interior de la cueva. Combinadas con el agua y el relieve de sus rocas, producen juegos ópticos difíciles de olvidar.

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Además, y quizás antes de que el mismo Manrique lo supiera, su casa, construida en 1968, ha acabado siendo parte de su legado. Aprovechando el espacio natural de cinco burbujas volcánicas, el Mirador del Río es la actual sede de la Fundación César Manrique y en la misma se puede apreciar parte de la obra del artista, así como obras de otros artistas, que son propiedad de la fundación.

Tiene más de mil metros de superficie habitable, en dos niveles. Su deseo de vivir con la lava lo realizó en ella, la que fue su propia casa en el Taro de Tahiche. Una belleza única y un ejemplo de integración de una vivienda en la naturaleza, que constituye un oasis en medio de un río de lava azul-negra petrificada.Una armonía de espacios y volúmenes en unas creaciones integradas en la naturaleza que destacan por su sencillez. Así era el estilo de César Manrique.

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