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Escapadas de otoño

Un paseo (casi) desconocido en Segovia que te conquistará

Puede que pienses que lo has visto todo pero este paseo por Segovia te demostrará que te quedan cosas por descubrir. Te lo presentamos, ¡disfruta de ello!

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Es uno de los rincones más desconocidos de Segovia y, sin duda, uno de los más enriquecedores, por varios motivos. En primer lugar, porque está lejos del ruido de la ciudad y nos permite conectar con ésta mientras nos alejamos del tráfico, del día a día, incluso de la rutina.

En segundo lugar, porque podemos apreciar en un mismo recorrido dos de los elementos más distintivos de la capital segoviana. Conectamos también con éstos mientras, al mismo tiempo, los conectamos entre sí.

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Nuestro paseo puede comenzar admirando la Puerta de San Andrés justo antes de tomar la calle donde verdaderamente comienza todo: la Bajada de la Hontanilla, desde donde parte un sendero que será nuestro camino. Desde que la ruta comienza, las vistas del Valle del Clamores son impresionantes. Dejamos detrás la magnífica Catedral de la ciudad que sin embargo nos seguirá acompañando.

Y es que a medida que avanzamos por el pequeño camino de tierra construido a los pies de la muralla que un día dominó Segovia por completo, podemos girar la vista y observar cómo la Dama de las Catedrales se alza imponente por encima de todos los edificios segovianos. El paisaje que queda tras nosotros nos hará desear caminar de espaldas; uno no está acostumbrado a contemplar la Catedral desde ese punto y se da cuenta de la inmensidad de la admirada torre.

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El camino hecho a propósito que, como os decimos, bordea la muralla en su exterior, no entraña ningún peligro siempre que se recorra con cierta precaución: no hay ningún tipo de protección que nos separe de los varios metros de caída.

Puede que el paisaje que se va extendiendo ante nosotros no sea algo diferente a lo que hemos visto anteriormente pero es precioso. Pocos minutos después de iniciar la marcha, siguiendo en todo momento el sendero, entiendes qué te espera al final del mismo: el Alcázar nos da la bienvenida todavía en la distancia.

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Es la muralla la que nos separa de la ciudad, que sentimos a nuestro lado, a un paso, pero que sigue estando muy lejos. Lo que tenemos a nuestro alrededor es naturaleza, tranquilidad, aire puro y ese cielo inmenso, infinito, que parece extraído de cualquier película.

Y al final nos espera el Alcázar, para que descansemos, para que respiremos y para que admiremos una belleza que no se pierde con el paso de los años.

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