Viajestic » Destinos

En recuerdo del horror

Museo de la II Guerra Mundial de Gdansk, Polonia

Este es un lugar creado para que el olvido no borre los espantos que provocaron la locura humana llevada a su máxima expresión. En él se muestra el afán expansionista de los regímenes totalitarios, los horrores de la guerra, el holocausto y la desolación al final del conflicto.

Imagen no disponible

Imagen no disponible Montaje

Publicidad

En marzo de este año se inauguró en la ciudad polaca de Gdansk el museo de la Segunda Guerra Mundial. Se trata de un espacio arquitectónico de alto valor simbólico y un lugar para el recuerdo que está situado en la plaza Wladyslaw Bartoszewski, a escasos doscientos metros de la histórica oficina de correos de Gdansk y a menos de tres kilómetros de la península de Westerplatte, en donde se hallaba el depósito militar polaco. Ambos lugares fueron atacados en septiembre de 1939 y donde abrió fuego el conflicto europeo.

Imagen no disponible
Imagen no disponible | Montaje

Un espacio de 23.000 metros cuadrados a orillas del Canal Radunia y con una amplia visión del rio Motlawa. El proyecto para la construcción del edificio se adjudicó tras un concurso a “Kwadrat”, un estudio de arquitectos con base en Gdynia. De su superficie total unos 5.000 metros cuadrados están reservados para cubrir las exposiciones permanentes.

Imagen no disponible
Imagen no disponible | Montaje

Está dotado de los métodos más modernos para presentar la II Guerra Mundial desde la perspectiva de la política de las grandes potencias pero, sobre todo, a través de la gente común y no sólo se limita a las experiencias de los polacos, sino que cuenta con los de otras naciones. Además de ofrecer otros 1.000 metros cuadrados para muestras temporales, el objetivo del museo es servir también de centro de educación, cultural e investigación.


Imagen no disponible
Imagen no disponible | Montaje

Un adoquín encontrado durante una excavación arqueológica y que alguna vez había formado parte del pavimento de una calle del distrito de Wiadrownia, fue utilizado como primera piedra de este museo que quiere convertirse en un testimonio, no solo a través de su contenido, sino también de su arquitectura. Una encarnación clara y contundente, además de atractiva y muy visual, del mensaje de todos los polacos en favor de la paz.

En el recorrido por sus salas, se pueden encontrar las pequeñas grandes historias que vivieron los civiles, los que más sufrieron los rigores del conflicto. Por ejemplo hay una estancia repleta de maletas; cientos de maletas que pertenecieron a los judíos polacos obligados, en el mejor de los casos, a abandonar sus casas, cuando no eran conducidos hasta un campo de concentración y exterminio.


Imagen no disponible
Imagen no disponible | Montaje

Hay multitud de elementos y recuerdos donados por aquellos que experimentaron ese infierno, bien ellos mismos o bien por los hijos de las víctimas y los héroes de la guerra. El visitante se encontrará con objetos desgarradores, desde botas, ositos de peluche o un vestido de novia fabricado con un paracaídas. A través de modernos paneles multimedia interactivos se pueden combinar estos utensilios con su uso cotidiano y asombrarse con la capacidad del ser humano para adaptarse a cualquier situación, incluso a las más terribles. Esas maletas simbolizan la deportación masiva de judíos, un zapato roto que perteneció a un niño muerto durante la insurrección de Varsovia en 1944 recuerda la matanza que perpetraron los nazis y un cacharro de porcelana fundido por el calor provocado por la bomba de Hiroshima denuncia la aparición de la amenaza nuclear.

Imagen no disponible
Imagen no disponible | Montaje

También hay un espacio para la gran política, aquella que urdieron unos pocos y que cambió la vida de millones de personas. Fotos de Hitler y Stalin, por ejemplo, y carteles y simbología de aquellos estados en los que el individuo no tenía importancia ocupan su espacio entre las 200 exposiciones y cerca de 250 exposiciones que relatan el papel de los distintos países que participaron en la II Guerra Mundial.

Imagen no disponible
Imagen no disponible | Montaje

Un tanque Sherman americano, una moto BMW utilizada por ejército alemán o un blindado T-34 ruso encuentran su espacio entre minas, armas, ruinas y cascotes. Un montaje detallado y exhaustivo que sumerge al visitante en la cruda realidad de aquellos años negros.

La entrada de adulto para la exposición permanente cuesta 23 zlotys, casi 5,5€.

Publicidad